En la capital y todo el país se puso de manifiesto múltiples expresiones de fe, tras dos años de vivir restricciones.
Vírgenes con trajes especiales y curas regando agua bendita, como si fuese lluvia, se volvieron a ver este Domingo de Ramos en la capital ecuatoriana, en el primer festejo de la Semana Santa que se realiza sin las severas restricciones de los últimos dos años por la pandemia de la COVID-19.
Miles de fieles portando sus adornos de ramos se concentraron en las calles del centro de Quito, en torno a la Basílica del Voto Nacional, la enorme iglesia del barrio de San Juan, donde arrancó la tradicional procesión para la bendición de los adornos.
Mujeres, jóvenes, ancianos y hombres de toda edad y condición se agolparon en las afueras de la iglesia para caminar por varias calles del casco histórico de la ciudad y recordar el ingreso de Jesús en Jerusalén.
Las calles se llenaron de católicos para dar inicio a la Semana Mayor.
Como si fuese un cortejo, los fieles caminaban dando paso en el centro a las figuras sagradas y a mujeres vestidas de María, algunas con alas y coronas, semejantes a las imágenes de la virgen tradicional.
También cruzaron urnas con las imágenes esculpidas de la virgen y de Cristo, llevadas a hombros por fieles que anticipaban su participación en la procesión Jesús del Gran Poder, que volverá a salir el Viernes Santo.
Regresó la romería
Policías y religiosos que organizaron la celebración iban y venían poniendo todo a punto para la romería por las calles quiteñas, ante lo que parecía la vigilancia de la Virgen de Legarda, la gran estatua de más de 40 metros de altura que se erige en la cima del monte Panecillo, en el corazón de la capital ecuatoriana.
La peregrinación pasó por algunas iglesias del casco histórico y terminó en la plazoleta de San Francisco.
En el interior de varias iglesias los adornos de ramos dieron la bienvenida a la fieles, que escuchaban con atención la homilía de la conocida como Semana Mayor para los católicos.